viernes, 12 de octubre de 2012

¡Mamá,Mamá, tengo miedo!



El miedo es un mecanismo de defensa que poseemos los seres vivos. Todos tenemos miedo a algo. En el caso de los niños les ocurre que aún no son capaces de diferenciar lo real de lo imaginario con lo que generan ciertas angustias que nos inquietan.

Ya desde edad temprana lo manifiestan hacia elementos naturales como pueden  el mar los arboles etc. A medida que van creciendo, estos miedos tienden a desaparecer y se sustituyen por otros como el temor ante un perro, la oscuridad (el más común de todos) ó personajes extraños creados de su imaginación. La influencia de la televisión o historias que les contamos son en parte los grandes responsables. En cualquier caso, es bueno que sepas que muchos de estos miedos infantiles son la expresión de su proceso evolutivo.

¿Qué es lo que desencadena los miedos?
No hay duda que el factor ambiental es muy importante. Siempre digo que el clima familiar es el primer modelo de aprendizaje. Es de todos conocidos que no sólo heredamos los ojos o la nariz de nuestros padres, también patrones de comportamiento. Tu fobia a los perros o a los gatos  es fácilmente transmitida a tus hijos, sin darte cuenta puedes hacer que teman algo a lo que tú tienes pavor. De la misma forma también nos pasa a los padres que cuando nuestro hijo pequeño le teme a un animal, pongamos de ejemplo a un perro, empujamos al niño al animal diciéndole que el perro no les hará nada ¡error!, lo único que conseguiremos es crearle una ansiedad mayor y este miedo no tardará en convertirse en una fobia. Esta carga emocional intensa tiene un carácter desequilibrante en el niño y no favorecerá en nada su desarrollo psicológico.

Antes de contarte como mejorar este problema, es necesario reconocer si estos miedos son “normales”, llamémosles así, o por otro lado son más persistentes, con lo que podríamos estar hablando de fobias. ¿Cómo sabremos si nuestro hijo padece alguna? Las fobias suelen estar caracterizadas por permanecer durante un largo periodo de tiempo y ser de tal intensidad que altera en cierta forma el ritmo de vida del niño. En tal caso, si es conveniente acudir a la consulta de un profesional que pueda ayudarnos a resolver este problema.
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Si el niño teme a la oscuridad, y durante la noche nos llama es mejor presentarse en cuanto lo hace, no aprenderá a resolver sus miedos asustándose aún más. Explicarle que no hay monstruos en su habitación, insistir en que los monstruos no existen. Nada de ponernos a mirar debajo de la cama que no hay ogros en su habitación. De esta manera estamos afirmando la existencia de seres extraños, y lo importante es que comprenda que no existen, que es parte de su imaginación. Cuando te acerques a consolarle intenta no encender la luz de la habitación porque es importante que siga conciliando el sueño y no se despeje completamente. Es necesario que sepa que estás ahí Quédate un rato en su cama hasta que concilie el sueño de nuevo.

Es de gran ayuda dejar la puerta entreabierta o poner un piloto en su habitación de forma que alumbre y no esté en oscuridad absoluta.

Si el caso de tu hijo es cierto miedo a algunos animales, es útil desde pequeño ir enseñándole fotos, contarles historias en que los animales sean los protagonistas y poder evitar posibles miedos, pero si el niño ya tiene pavor a los animales tendremos que ir de manera gradual exponiéndolo a la situación de miedo; pero esto ya es más complejo, y en ocasiones es necesaria la intervención de un profesional.

Como ya he apuntado al principio no debemos preocuparnos en exceso por los temores de nuestros hijos siempre y cuando no se produzca de forma constante ó consideremos que pueda ser amenazante para ellos. A modo de resumen te señalo una serie de actitudes positivas ante los miedos:

- No transmitirles más miedos, necesitan crecer con seguridad y confianza, de manera que no debemos asustarles con historias del hombre que se los lleva si se portan mal o si no se acuestan a su hora.

- No conviene hacer burla de esos temores que nos cuentan e impedir que sus hermanos o primos se burlen de ellos.

- Tranquilizarle al observar que aumenta su ansiedad, distraerle con cualquier actividad…

- Intentar no ver películas o leer cuentos con historias de miedo o de personajes algo tenebrosos.

- Jugar al escondite, si puedes hacerlo que sea en pareja. Tú con el niño y que os busque el papá. Puedes esconderte debajo de la manta, dentro del armario… de esta forma irá perdiendo la angustia a la oscuridad.

- Leer a oscuras. Proponle leer con un cuento y una linterna. Háblale de la aventura que supone hacerlo de esta forma.

 Mónica S. Florido


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