La juventud de un ser no se mide por los años que tiene, si no por la curiosidad que almacena.
Salvador Paniker
La
curiosidad es un fenómeno poderoso que puede lograr la trascendencia de
ideas y sueños. Basta un poco de ella para ir desenredando los nudos de
la realidad, para así recrear impactantes lugares de ensueño. Y, de
acuerdo con un estudio de la Universidad de California en Davis (EE.UU.), el estímulo de la motivación intrínseca (la curiosidad) facilita el proceso de aprendizaje.
En otras
palabras, mientras más curiosidad tengamos acerca de un tema, más fácil
será adquirir esa información. Esto se debe a que la curiosidad se
asocia con el hipocampo, zona del cerebro donde se almacenan los
recuerdos, aumentando la actividad cerebral influyendo directamente en
la motivación intrínseca (curiosidad) como en la extrínseca (la
recompensa), y en la memoria.
“Hemos
demostrado que la motivación intrínseca en realidad involucra a las
mismas áreas del cerebro que están fuertemente implicadas en la
motivación extrínseca, tangible”, la cual depende de la dopamina (el
neurotransmisor del placer y la recompensa). De modo que, cuando se
estimula la curiosidad, se libera una sensación de placer y recompensa,
facilitando la producción de recuerdos en la memoria de largo plazo.
Para los
investigadores, estos hallazgos pueden tener grandes implicaciones para
la medicina así como para la educación. Uno de los ejemplos es en el
tratamiento de enfermedades neurológicas, como el Alzheimer, donde la
dosis de dopamina disminuye drásticamente; de modo que, al estimular la
curiosidad, existe la posibilidad de mejorar la memoria tanto en
personas mayores sanas como con esta discapacidad. Simplemente,
“las
ideas proceden de la curiosidad”. Walt Disney.
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